La mayoría de las cosas que implican crecimiento personal, que implican cuestionar tus creencias limitantes, asumir responsabilidad sobre tu bienestar y tus resultados, hacer algo que no has hecho antes o construir relaciones más equitativas y saludables, van a significar experimentar emociones incómodas. No va a ser fácil. No va a ser siempre divertido. A veces va a implicar dejar ir personas, situaciones, beneficios, hasta cierto sentido de identidad.
Por eso es que la mayoría de las personas no lo hacen, por eso no crecen ni logran lo que realmente desean en la vida. Porque no es cómodo.
La adolescencia es un período de crecimiento exponencial, y si te acordás bien, no es fácil, ni divertido ni placentero. Por eso se llama adolescencia, porque viene de “adolecer”.
Pero eso tampoco significa, como el otro extremo nos quiere hacer creer, que TODO debe ser sufrimiento y que si no cuesta no vale la pena. No es cierto.
Ni el sufrimiento o la lucha constante significa que algo vale la pena, si las cosas fáciles y placenteras significa que es lo mejor para vos.
Entonces, ¿cómo saber cuándo un esfuerzo vale la pena (valga la redundancia)?
En este episodio te hablo de la realidad del crecimiento emocional y por qué es un error creer que las cosas por las que estamos trabajando deberían ser fáciles o placenteras. También te voy a explicar cuándo creo que el trabajo mental y emocional puede valer la pena, cuándo no vale y es hora de pasar la página, y por supuesto, te comparto también algunas preguntas que podés hacerte para distinguir una cosa de la otra.
Te invito a revisar conmigo si esa relación, proyecto o un proceso que no te ha dado aun el resultado que quisieras, vale la pena el esfuerzo de seguir trabajando en él o si es hora de simplificarte la vida y pasar la página.
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Te espero por allá y nos escuchamos en la próxima.
